terça-feira, 16 de fevereiro de 2010

carta a los ciudadanos pan-amazónicos

Estimados hermanos pan-amazónicos,
La Fondación Pan-Amazonía fue constituida con el objetivo de promover el pan-amazonismo solidario y la integración de los pueblos amazónicos que viven todos los mismos retos, más enfrentan estos retos aisladamente. Siempre consideré fundamental despertar la identidad única y compartida por todos los pueblos amazónicos, que existe de facto, (pues todos viven la misma realidad, incluso de precariedad socio-económica y de poca o ninguna representatividad política en las decisiones que les afectan directamente) pero sin consciencia activa e su existencia.

El proyecto de la Fundación Pan-Amazonía no es abrupto. Es fruto de longos años de reflexión y de maturación, que empezaron en los tiempos de mis estudios de maestría en política internacional en Japón – hace más de 10 años – pasando por la experiencia en la OTCA. Una idea que ahora encontró eco en un grupo de personas que están dedicadas a la referida Fundación.

Aprovecho para presentar, abajo, algunas breves consideraciones sobre el escenario en el cual la Fundación Pan-Amazonía pretende actuar:

La Amazonía siempre ha atraído la atención mundial. La intensidad varía de acuerdo con el tiempo y con los factos. Así, se pasó con la muerte del cauchero Chico Mendes o con el asesinato de la religiosa americana Dorothy Stang.

Actualmente, el vector del celo internacional es el calentamiento global. Pero, las noticias pasan, todos se cansan del “nuevo”, y la Amazonía seguirá su peculiar destino: ser una de las regiones del planeta más observada y, al mismo tiempo, una de las más abandonadas. La suerte de los pueblos amazónicos continuará, como siempre, mecida por las olas de los grandes ríos.

En ese punto, reside la ironía del interés internacional por la Amazonía, es decir, la incapacidad de traducir esa preocupación en reflexión profunda, verdadera y comprometida con la solución de la dramática situación en que viven vastas parcelas de la población amazónica.

Hay mucho discurso, pero no hay acción concreta y eficaz. Los gobiernos extranjeros, los organismos internacionales y las ONGs que critican los Países amazónicos ofrecen cooperación financiera y técnica, pero la ayuda se pierde en acciones puntuales y equivocadas. Falta clareza sobre lo que hacer con la Amazonía. Es un vacío de destino histórico que engendra políticas de desarrollo decididas en las capitales nacionales, lejos de la realidad amazónica. Políticas decididas por gente que no es amazónica, sin ningún compromiso con los interésese y las aspiraciones más legitimas de las poblaciones de la región.

Parte de la solución sería transferir el poder para aquellos que viven en la Amazonía, los verdaderos dueños de la región. Gente que es flagelada con la precariedad económica que se traduce en drama social. Poblaciones que viven en ciudades miserables, sociedades fustigadas por todos males: prostitución juvenil, enfermedades típicas de la Edad Media, etc. De todos los males, más doloroso es el abandono de la infancia. Por los miles de quilómetros, en las orillas de los grandes ríos de la Amazonía, se revela el mismo escenario: niños sin acceso a la escuela, a la salud; aislados, abandonados, ignorados por el Estado. En eses niños, se fermenta una nueva generación de adultos destituidos.

La verdad es que para las sociedades nacionales y para las elites políticas de los ocho Países amazónicos, la suerte de los pueblos de la Amazonía no es un tema central. Las capitales nacionales están muy lejos, con sus interésese históricos direccionados para otros focos.

Así, hay que se empoderar la gente amazónica, proporcionando los medios para que ellos propios tomen en sus manos la conducción de sus destinos colectivos e individuales.

Es correcto decir que la Amazonía es un tema que interesa a muchos pues el futuro de sus florestas puede afectar a todos en el planeta. Es justo que todos manifiesten su preocupación y que opinen. La decisión sobre el destino amazónico, sin embargo, pertenece sólo a los pueblos amazónicos!

No es posible que los recursos amazónicos sigan siendo explotados por forasteros, por grande empresas multinacionales. Hoy la explotación de la minería, del gran “agrobusiness”, la ganadera, y la maderera, por ejemplo, no deja casi nada para la sociedad amazónica. El gaño se destina a europeos, norte-americanos, y grandes inversionistas en los importantes centros económicos nacionales, cómo la ciudad de San Pablo, en Brasil. La gente amazónica queda solamente con los daños y pérdidas socio-ambientales.

La Fundación Pan-Amazonía se dedicará a promover acciones conducentes a despertar la sociedad amazónica sobre la importancia de tomar en sus manos las riendas del presente y cambiar la dirección hacia un futuro promisor no sólo para nuestros hijos amazónicos, más también para las generaciones futuras de todo el planeta.

Belisario Arce
Ciudadano Pan-amazónico

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